Julieta Prandi muestra el lomazo que le permitió ser la bebota original de Francella, la nenita ratonera con la cola impresionante que todos quieren hacer. La rubia tira una onda como de intelectual escritora que está por arriba de las cuestiones carnales, pero su pluma revela un fuego interior que sólo apaga la leche fresca.
Mirá las cachas de Julieta Prandi, fijate cómo asoman redondas y tentadoras de la superficie del agua como dos boyas de carne que flotan con inocencia. Pero no te confundas, la rubia sabe que su hermosa cola es una carnada irresistible para pirañas como vos, que apuran el nado para llegar primero y comerla cruda. Pero las modelos suelen darle pan a muñecos sin dientes y los dos últimos novios de la rubia no fueron la excepción, como demuestran los poemas que escribió. En su “Selección de Recuerdos”, la bebota escribió “hoy cierra las persianas hacia el mundo, se extrae del fondo tormentoso al que se unió” —o sea, que tuvo que cerrar la concha y alejarse del forro tormentoso de su novio. Pero pará, no peles la garcha todavía, si se la querés hacer bien tenés que bancarte unos poemas más, es un bajo precio a pagar por entrar en ese ogete excepcional. La bebota escribe cosas que son totalmente incomprensibles hasta que te das cuenta que habla con terrible calentura. Así, la frase “Caminar con un cepillo de vidrio y cerdas de clavos recordar lo que puede caber en el bolso de mano” pasa a ser “cepillame con un consolador de vidrio y clavame como una cerda, llename la cartera”. A renglón seguido la rubia promete que si te portás bien “las puertas sin cerrojos, guardianes ni palabras mágicas se abrirán cuando deban”. O sea, si le tenés la paciencia para hacerle un buen filo, la bebota te va a abrir las puertas de ese orto divino “como un piano de cola sin tapa, que duele de una manera hermosa”. Ah bueh! La poetisa resultó ser socia del Club de la Colectora, dale con todo que la bebota no sólo entrega el rosquete sino que le copa si le duele. Imaginate la escena: mientras vos le cepillás el orto como había pedido en el verso anterior, la rubia manotea un anotador y escribe el párrafo siguiente. “Te escribo como si estuvieras parado detrás de mí, como si hubieses vuelto de un viaje y yo me hiciera la distraída.” Tal cual, la tenés parada detrás de ella, aprovechá que esa es la posición que más le gusta, porque “el pez no puede nadar panza arriba, quiero correr a toda velocidad, dirigir el cuerpo de un adiós a otro, yo reacomodo los ojos para tenerlos siempre abiertos”. Le cabe mirarse mientras le das, matala, partila al medio porque Prandi quiere “desaparecer con la luna espesa, colarme entre frazadas o ser un líquido turbulento e inestable que te recorre y se detiene para tragarte”. Si, entendiste bien: la rubia bebota quiere colarse entre las frazadas para tragar tu “líquido turbulento”. Fijate como te espera en cuatro, con la colita en posición y la mano enguantada en la boca como una bebota que se pone ansiosa cuando llega la hora de tomar la leche. Es que Julieta Prandi no es una escritora común, es una poetisa petera.
Julieta Prandi sonríe confiada en que su cola es una de las mejores del país. No podemos decir lo mismo de sus poemas, pero si el precio de entrada a esos cantos impresionantes es leer sus obras completas, ya mismo vamos para la biblioteca.
1 comentario:
Esta re buena si es una nena
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